Cuando
te ven una mujer fuerte, te buscan sólo para que les ayudes a llevar sus
cruces. Te hablan pensando que tú no necesitas ser escuchada, que no necesitas
una mano amiga y que los abrazos están de más.
A
una mujer fuerte no se le pregunta si está cansada, si está sufriendo o
cayendo, si tiene ansiedad o miedo, lo importante es que ella siempre esté
allí: un faro en la niebla o una roca en medio del mar. Simplemente que este
siempre allí….
A
la mujer fuerte no se le perdona nada. Si pierde el control se convierte en
débil, si pierde los estribos se transforma en histérica, si grita o dice una
palabra ofensiva, pero verdadera, ya no es tú amiga, si no tu enemiga.
Cuando
la mujer fuerte falta un minuto, se nota enseguida, pero cuando está, se da por
hecho su presencia y no se le permite ausentarse, muy pocas veces…
Pero
la fuerza que se necesita cada día, para ser ese tipo de mujer, no le importa a
nadie. Porque algunas de ellas, tienen la valentía de anteponer a los demás por
encima de ellas mismas….
Honra,
reconoce, respeta y agradece a las mujeres fuertes que hay en tu vida, porque
ellas también necesitan ser contenidas, queridas y sentir que pueden descansar
en ti. Saber que siempre las vas a escuchar, qué cogerás su mano para
consolarla, de su duro camino y sobre todo, perdonadla cuando da un paso en
falso, si malas intenciones y por su gran corazón.
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